Las edificaciones poseen cimientos, son sismorresistentes y el barro solo se usa para los cerramientos. Son cálidas en invierno y más frescas en verano.

La construcción en tierra cruda, con diseños flexibles que integran los principios y patrones encontrados en la naturaleza y con arquitecturas en armonía con el entorno, gana terreno en Mendoza con glampings turísticos y soluciones habitacionales que son más económicas, ecológicas y térmicas.
En el pedemonte, subidos a andamios, un grupo de trabajadores celebra la culminación de un domo hexagonal. Se levantó aplicando técnica mixta, donde la construcción con cimientos del modo tradicional y sismorresistente se completa con una estructura metálica o de madera que es rellenada con quincha – barro con paja – que se usa únicamente para el cerramiento.

El arquitecto Leandro Vélez del estudio Bioma es uno de los referentes de este tipo de método y quien impulsó la ordenanza de Las Heras que las habilitó, comenzando a utilizarse en zonas rurales del departamento y que luego fue expandiéndose.

La obra, que es un glamping inmersivo, integra uno de sus últimos proyectos de arquitectura con diseño paramétrico, que consiste en utilizar la tecnología informática combinando algoritmos y parámetros variables para generar formas complejas y adaptativas tomadas de la naturaleza, y así aplicarlas a edificios.
Esta filosofía reconoce la sabiduría acumulada en millones de años de evolución y adapta esos conceptos a la creación de espacios armoniosos, sostenibles y, a la vez, estéticamente atractivos y funcionales.
Muchos de estos domos con formas extraordinarias son requeridos para spa donde se llevan adelante terapias alternativas y cuyas habitaciones son diseñadas para lograr una conexión espiritual.

Más que viviendas
“Con el uso de la tierra buscamos reivindicar tecnologías ancestrales”, indicó Vélez, y afirmó que este tipo de material de construcción natural posee mejores cualidades que los convencionales y es más accesible.
En este sentido, destacó su impacto social al sostener que “además de proyectos de alta gama, se puede trabajar desde el cooperativismo con viviendas sociales”. Es por eso que es común en sus iniciativas que se organice una minga, una reunión entre vecinos o amigos quienes, de modo asociado, realizan el cerramiento de la vivienda en unos pocos días.
Para el arquitecto, en este camino es fundamental “la transferencia de conocimiento” y contar con profesionales idóneos para que todos los avances que se han logrado para la aprobación de la técnica no retrocedan.

Las edificaciones poseen cimientos, son sismorresistentes y el barro solo se usa para los cerramientos, como consecuencia son térmicas: cálidas en invierno y más frescas en verano.
Además, las paredes, que son más porosas, pueden absorber o liberar humedad del ambiente.
“Habitamos los espacios imaginables que posteriormente se tornan realidad. Nos gusta entrar en mundos. Y así vamos juntando palitos, un poco de cartón y de arcilla para que simplemente sea. Después vendrá la tecnología en el proceso para darle encuadre técnico. Pero que todo siempre nazca de un juego”, concluyó Vélez.