Este jueves, un equipo de antropología forense participó de la exhumación de un cuerpo en el cementerio de Capital que ya había sido identificado con huellas hace más de 30 años. El resultado se conocería en pocos días.

La última novedad de relevancia en el llamado caso Guardati había trascendido en plena pandemia, cuando la fiscal de Homicidios Claudia Ríos reactivó el expediente luego de la declaración de un policía que se encontraba preso. Ese testigo apuntó en el 2020 contra un grupo de policías de la vieja bridada nocturna de Investigaciones como protagonistas de la desaparición del joven oriundo del barrio La Estanzuela de Godoy Cruz, quien dejó de ser visto a fines de mayo de 1992.
El caso pasó a la Justicia federal a fines de ese año, tomando como base que la causa para determinar qué sucedió con Paulo Christian Guardati, con 21 años por aquellos días, era una desaparición forzada que apuntaba a un grupo de policías del destacamento ubicado en la citada barriada.
Este jueves, luego de que este diario informara sobre nuevas medidas solicitadas por la oficina especializada en crímenes de terrorismo de Estado, se desarrollaron tareas de exhumación de un cuerpo en un nicho del cementerio de Capital. Ese cuerpo ya había sido analizado e identificado a través de huellas dactilares hace más de 30 años, confirmando que se trataba de otra persona.
Sin embargo, ante una nueva declaración de la madre de Guardati, Hilda Gladys Lavizzari, el auxiliar fiscal de la citada oficina, Daniel Rodríguez Infante, le dio curso a un pedido de la mujer para que se realice un cotejo genético para terminar de despejar las dudas.
Lavizarri y un empleador del joven desaparecido “creyeron reconocerlo” en 1992 por rasgos fisonómicos que presentaba ese cuerpo, “como la presencia de una cicatriz y la morfología de un dedo”, detalló la página fiscales.gob.ar.
“Teniendo en cuenta particularmente el exponencial avance tecnológico que ha existido en las últimas décadas en materia de investigación genética, entendemos que resulta necesario y pertinente realizar la exhumación solicitada a fin de despejar cualquier duda que pudiere persistir en torno a la identidad de los restos respectivos y, en todo caso, descartar de modo fehaciente su correspondencia con la víctima de la presente causa, en tanto, en definitiva, en el estado actual del proceso y sin perjuicio de la pericia dactiloscópica supra mencionada, no se cuenta con una pericia de carácter estrictamente genético que resulte conclusiva desde ese plano científico, máxime cuando la ejecución de la medida resulta de relativa facilidad”, agregó el Ministerio Público.
De esta forma, dieron curso al pedido en las últimas semanas y se notificó a los familiares de la persona fallecida cuyos restos se encuentran individualizados en ese nicho, el 8403 del pabellón M Este en planta baja (ubicado en línea superior), quienes no se opusieron a los trabajos que requirieron los investigadores.
Este miércoles por la mañana, con la presencia de la madre de Guardati y su abogado, el auxiliar Rodríguez Infante y el fiscal federal Fernando Alcaraz, entre otros funcionarios, el Equipo Argentino de Antropología Forense extrajo una muestra ósea para realizar un cotejo de ADN con otra aportada por Lavizzari.
En los próximos días, el resultado de la comparación genética, que se será vital para despejar casi al 100 por ciento todo tipo de incertidumbre de la familia del hombre desaparecido, estará a disposición del Ministerio Público para avanzar en la instrucción, sea cual sean las conclusiones finales.