Mendoza, una tierra de belleza natural y gran potencial económico, se encuentra en un momento crucial de su historia política. Este domingo, los mendocinos definirán al próximo gobernador de la provincia en una elección claramente polarizada. Pero más allá de las ideologías y discursos, lo que está en juego es la evaluación de una gestión que algunos consideran como la peor desde la vuelta a la democracia en Argentina.
El actual gobernador, Rodolfo Suarez, ha sido objeto de críticas contundentes por parte de la oposición y de sectores de la sociedad mendocina. Algunos incluso lo comparan con la triste figura de Fernando De La Rúa, un nombre que evoca momentos oscuros en la historia del país. ¿Es esta comparación justa? Veamos los números y los hechos.
En los últimos años, Mendoza ha caído en picada en comparación con otras provincias de la región de Cuyo. Uno de los problemas más acuciantes es la pérdida de empleo, especialmente en el sector privado. Mendoza se encuentra en la parte inferior de la tabla en cuanto a la generación de empleo, lo que contrasta con los esfuerzos del Gobierno Provincial por atribuir esta situación al «contexto nacional». La realidad es que la provincia necesita políticas más efectivas para promover la generación de empleo y la recuperación económica.
La inseguridad es otro tema candente en Mendoza. A pesar de los intentos del gobierno por mostrar estadísticas que minimicen el problema, la percepción de inseguridad ha aumentado significativamente. Los delincuentes ya no respetan horarios ni zonas, y los hechos delictivos ocurren a plena luz del día, incluso en el microcentro mendocino, una situación que antes era impensable.
La pobreza también ha aumentado en la provincia, afectando a una parte significativa de la población que lucha por cubrir sus necesidades básicas. La imagen de niños que dependen de una magra merienda escolar para alimentarse es desoladora y refleja la urgencia de abordar este problema de manera efectiva.
Otro tema que ha generado controversia es la insistencia del gobierno de Suarez en avanzar en la minería, en particular en el fracking. A pesar de la oposición y las protestas ciudadanas, los intereses de grandes corporaciones parecen mantener viva la idea de convertir a Mendoza en una provincia minera, a pesar de las voces que claman que «El agua de Mendoza no se negocia».
En resumen, Mendoza se encuentra en una encrucijada. Los mendocinos deberán decidir si la gestión de Rodolfo Suarez merece continuidad con Cornejo o si es hora de buscar un cambio. La elección no solo se trata de ideologías políticas, sino de resultados concretos que afectan la vida cotidiana de la población. La provincia merece un gobierno que aborde con seriedad los problemas económicos, la inseguridad y la pobreza, y que escuche las voces que defienden su riqueza natural. La decisión está en manos de los votantes, y el futuro de Mendoza dependerá de su elección en este domingo crucial.
