A través de su defensa, Franco Nicolás Cuello sostiene que su hijo de 4 años le propinó el disparo letal a la víctima, Valeria Noemí Ramírez. Por eso, solicitó que se realice un cotejo de ADN con el material genético que se obtuvo del arma reglamentaria utilizada en el crimen.
Desde fines de noviembre del año pasado, el policía Franco Nicolás Cuello Nadal (28) se encuentra tras las rejas, acusado por el femicidio de su esposa, Valeria Noemí Ramírez Carrizo (26), ocurrido en el barrio La Gloria de Godoy Cruz.
La mujer fue ultimada de un balazo con el arma reglamentaria del efectivo, quien desde un principio sostuvo que jamás atacó a su pareja y que el autor del disparo fue su hijo de 4 años. De acuerdo con esa versión, el pequeño tomó la pistola 9 milímetros durante un descuido, la accionó e hirió de muerte a su madre.
No obstante, ese relato nunca resultó creíble para la fiscal de Homicidios Claudia Ríos, al frente de la instrucción, y las pruebas recolectadas siempre apuntaron contra el funcionario público. Incluso, una jueza de primera instancia avaló la teoría oficial y le dictó en marzo la prisión preventiva a Cuello.
Pese a eso, la defensa del acusado insiste con la hipótesis de que el niño mató por accidente a su progenitora y días atrás solicitó una nueva medida que podría confirmar esa posibilidad o descartarla definitivamente.
El abogado Leonardo Pasccon pidió un peritaje sobre el material genético que se levantó a través del hisopado al arma reglamentaria del efectivo, con la finalidad de practicar un cotejo de ADN con Cuello y su hijo. Básicamente, a través de ese análisis buscarán determinar si el pequeño manipuló la pistola 9 mm.
La jueza Mariana Gardey, del Juzgado Penal Colegadio Nº 2, hizo lugar a la solicitud, y ordenó que se realice la medida, con intervención de la Asesoría de Menores. En ese sentido, la magistrada consideró que se trata de un peritaje “útil y pertinente para la resolución del caso”.
Se espera que en los próximos días el resultado del cotejo se incorpore al expediente liderado por la fiscal Ríos, quien, más allá de eso, cuenta con una serie de pruebas que colocan a Cuello como el responsable de la muerte de Ramírez.
Una de las claves de la investigación es el barrido electrónico que se le practicó al policía y a su hijo en las horas posteriores al hecho de sangre. Ese examen arrojó que Cuello tenía restos de pólvora en las manos, brazos y cuello; mientras que al niño no se le detectaron residuos de esa sustancia.
Además, la declaración en Cámara Gesell que se le practicó al hijo de la víctima también complicó a su progenitor: “Mi papá le disparó a mi mamá”, dijo el pequeño, palabras más, palabras menos, de acuerdo con fuentes judiciales consultadas.
Ese testimonio, sumado a otros informes policiales y forenses, sostienen la acusación por homicidio agravado por mediar violencia de género (femicidio), por la función y la alevosía que pesa sobre Cuello y por la que arriesga una pena a prisión perpetua, en caso de que llegue al juicio por jurados.
El hecho
La noche del viernes 25 de noviembre, a través de la línea de emergencias 911 se tomó conocimiento acerca de una mujer que le habían disparado en su domicilio de la manzana C del popular complejo godoicruceño. Las primeras versiones señalaban que se había tratado de un hecho accidental.
Cuello trasladó a su cónyuge a bordo de un vehículo particular hasta el Hospital Central. Allí, aseguró a los primeros colegas que lo entrevistaron, que su hijo fue quien tomó la pistola calibre 9 milímetros provista por el estado y la accionó contra su esposa.
El efectivo aseguró que un proyectil le dio a su pareja y le provocó graves lesiones en el rostro. Y añadió que instantes antes, estuvo limpiando el arma, la cual dejó sobre una mesa y que el pequeño accionó la cola del disparador.
Pese a sus dichos, los pesquisas dudaron de la versión de Cuello, quien fue detenido por protocolo y, luego de que las pruebas comenzaron a apuntar en su contra, terminó imputado. Luego de eso, terminó quebrándose frente a algunos colegas y les dijo que fue el autor del disparo, pero, manteniendo la versión de un hecho accidental.
