La causa por el homicidio de Matías Miralles, ocurrido hace un año en Ciudad, sumó dos imputados que habrían participado de organización del ataque. Otro quedó con pedido de captura nacional e internacional. Quiénes son los personajes y cuáles son las pruebas.
El prestamista Matías Oscar Miralles se mostraba muy preocupado los días antes de que lo asesinaran en el departamento donde vivía, ubicado sobre calle Montecaseros 2850 de la Cuarta Sección de Ciudad. Y se lo hizo saber a un amigo a través de mensajes de texto y charlas cara a cara. También a su pareja, quien se presentó a declarar espontáneamente el mes pasado. El dueño de un corralón le debía mucho dinero en dólares desde hacía unos cuatro años y los intereses corrían mes a mes. Se generó una bola difícil de frenar mientras este joven de 33 años buscaba por todos los medios cobrar el efectivo.
La única forma de pago que aceptaba era la del billete y hasta había amenazado al comerciante con secuestrarle a su padre si no cerraba el acuerdo. Pero todo terminó trágicamente el 9 de junio del año pasado, cuatro días después de que asegurara que iba a privar a la libertad al hombre si no le entregaban lo que buscaba, cuando el 911 recibió un llamado sobre un asesinato en plena siesta.
La persona que tenía que abonar su deuda, identificada como Guillermo Sosa González, el Gordo, habría tomado la decisión de contactarse con un grupo de conocidos para terminar con la vida de Miralles. Esa sería su forma de saldar cualquier tipo de acuerdo previo con su acreedor.
La víctima fue sorprendida en su hogar por dos sujetos que llegaron en una moto camuflados como deliverys de comida. Golpearon y tocaron el timbre insistentemente y uno de ellos accionó la pistola calibre 9 milímetros varias veces cuando el morador se mostró por una ventana. Miralles no tuvo tiempo de reacción y murió por un shock hipovolémico.
El caso quedó en manos del fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello. Tres jóvenes señalados como sicarios y nexos de una banda de personajes que se movían en el mundo del barrio Anmigorena de Las Heras y en las cuevas de la Galería Tonsa de Capital fueron detenidos en los últimos meses.
Y este martes por la mañana, teniendo como base la hipótesis que trabajó el representante del Ministerio Público con el personal de la División Homicidios de Investigaciones, se produjeron dos nuevas capturas: los pesquisas apresaron a Jorge José Herrera Páez, conocido con los alias de “Tiburón” y a Guillermo Emanuel Sosa González, quienes serían de acuerdo con la plataforma fáctica del fiscal Pirrello autores intelectuales del asesinato.
La teoría del pesquisa judicial señala que estos dos hombres tenían nexo directo con un sexto que habría participado de la organización del ataque contra Miralles, identificado como el cuevero Cristian Javier Matías Ideme Parra y conocido como el Gordo Javi.
Este último sería el sujeto con más poder entre todo el grupo de sospechosos, debido a que movía grandes sumas de dinero en el mercado negro de divisas en la citada galería capitalina y tendría relación con el mundo del narcotráfico, tal como revelaron fuentes del caso consultadas por El Sol.
Cuando lo fueron a buscar este martes a su último domicilio identificado, en calle Uruguay de San José, en Guaymallén, no lo encontraron. Quedó con pedido de captura nacional e internacional y se transformó en el objetivo más destacado del caso en los policías de Investigaciones.
La causa ya contaba con tres jóvenes imputados: el presunto autor material de los disparos contra Miralles, de 16 años y conocido como el Chongo, Pablo Herrera -el joven de 20 años acusado de conducir la moto utilizada para llegar a la escena- y Lucas Nicolás Segovia Contreras, de 22 años. Este último es hijastro del Tiburón Herrera. Esta relación “familiar” es uno de los puntos centras de la pesquisa.
Guillermo Sosa González le habría solicitado ayuda a Ideme para ir a buscar a Miralles y matarlo porque no soportaba más que le exigieran el pago de la deuda. La respuesta del Gordo Javi fue a través de su hombre de confianza, el Tiburón Herrera: puso a disposición un kilo de cocaína y dinero en efectivo para que los sicarios actúen y cumplan con su promesa.
La hipótesis añade que Herrera se contactó con el hijo de su pareja para que organizara el ataque contra Miralles y así entraron como protagonistas personajes del mundo de una de las facciones de la barra de Huracán Las Heras, los llamados Hijos de Nadie.
Las horas previas, en detalle
El 9 de junio al mediodía, en un pasillo de la manzana D del barrio Anmigorena, hubo un cónclave entre el grupo de sospechosos. Segovia Contreras, quien ya había tenido contacto con su padrastro, le dijo al Chongo (menor de edad) y Pablo Herrera que había un kilo de “merca” y plata para ir a matar al prestamista Miralles.
La reconstrucción agrega que Segovia Contreras le entregó al chico de 16 años un arma calibre 9 milímetros que venían siendo pasada de mano en mano en la barra del Globo y una mochila de la empresa Pedidos Ya para disimular la llegada y evitar ser reconocidos con facilidad durante la huída en la casa de la víctima. Se la colocó en la espalda de una moto que conducía el otro presente en la reunión, Pablo Herrera. La planificación del ataque, a esa altura, parecía perfecta.
El armado del expediente agrega que, a las 15 de ese día, el Chongo y Pablo Herrera llegaron hasta el último domicilio de calle Montecaseros 2850 -el departamento 2- y llamaron a la puerta. Dispararon cinco veces y cumplieron el encargo que les habían hecho a cambio de un pago. Desde ese momento, comenzaron a analizarse varias teorías con respecto al móvil del ataque.
Testimoniales determinantes
Con el paso de los días, los testigos fueron compareciendo ante el fiscal Pirrello. Uno de ellos fue el mejor amigo de la víctima. Contó algunos detalles que sirvieron para potenciar la línea investigativa que sostenía que el móvil estaba vinculado a una deuda de dinero.
Justamente, el declarante explicó que Miralles se encontraba preocupado los días previos a que lo mataran. Comenzaba que le debían mucho dinero y hablaba de un tal “Guille”. Así los detectives identificaron al dueño del corralón, Sosa González. El monto que hablaban era importante, entre 10 y 20 millones de pesos. Eran producto de un plazo fijo en dólares o préstamo en negro, totalmente afuera de una entidad financiera. Y los intereses corrían mes a mes porque Sosa no pagaba la totalidad de la deuda y el dólar crecía cada día que pasaba.
Gracias a las declaraciones y análisis tecnológicos, se concluyó que Sosa le envió un mensaje a Miralles unas tres semanas antes del asesinato. “Mati, ahí voy a cobrar unos pagos y te mando más plata”, le dijo el sospechoso a la víctima, explicaron fuentes de la causa a este diario. Y la respuesta de Miralles fue contundente: “No seas tan caradura hermano, yo necesito que me pagues en efectivo y no por Mercado Pago y que me des toda la plata y no de a partes”.
Como no llegaban a un acuerdo, Miralles comenzó a exigir que una propiedad como forma de pago. “La deuda era gigante y por eso decidieron asesinarlo. Se metió con gente muy pesada”, contó un hombre con años en el mundo de las cuevas a El Sol.
Así las cosas, el caso tiene a cinco sospechosos imputados y a uno prófugo. El Chongo como autor de los disparos (actualmente en el ex Cose); Pablo Herrera, señalado como conductor de la moto y actualmente con detención domiciliaria (asegura que no se encontraba en el lugar porque había ido a vender una moto a Este provincial); Lucas Segovia, quien se entregó en enero y habría aportado el arma y prometido cocaína y dinero a cambio de la vida de Miralles; su padrastro, Jorge Tiburón Herrera y Guillermo Sosa González.
Estos dos últimos fueron imputados este martes por homicidio agravado por precio o promesa remuneratoria como participe primario y autor intelectual, respectivamente. Y resta capturar al Gordo Javi, quien supo moverse en el Valle de Uco y Guaymallén y quedó con pedido de captura nacional e internacional.
Temor y llamado al 911
Para los detectives, el crimen de Miralles fue por encargo y podría estar relacionado con la actividad que tenía la víctima, prestamista. Entienden que pudo tener un conflicto con algunos personajes que se movían cotidianamente en la zona de la galería Tonsa, en Ciudad, donde abundan los arbolitos y las cuevas y por eso terminaron identificado a los sospechosos que terminaron tras las rejas.
El 9 de junio, minutos después de las 13, vecinos de Ciudad llamaron al 911 porque se escucharon cinco detonaciones de arma de fuego en una propiedad interna ubicada sobre calle Montecaseros al 2800 de la Cuarta Sección, a escasos meteros de la plaza Cobos.
Cuando llegaron los primeros policías observaron que un hombre se encontraba boca abajo y lleno de sangre en uno de los domicilios del complejo.
Los plomos impactaron en pecho de la víctima y las vainas quedaron en la escena. Al arribar el fiscal Pirrello y también Científica, se recolectaron las pruebas y se iniciaron los trabajos con el objetivo de hallar a los culpables.
Justamente, fueron los testigos los que aportaron que vieron a un par de hombres que se movilizaban en una moto de baja cilindra llegar hasta el lugar simulando ser repartidores de comidas. Los investigadores buscaron cámaras de seguridad y encontraron una en la zona, que captó la huida de los homicidas.
Con esa prueba terminaron de comprobar que el que viajaba atrás llevaba una mochila de Pedidos Ya. Con el paso de las semanas y la confirmación sobre la utilización de la misma arma en hechos resonantes en Las Heras, se desplegaron los allanamientos en el barrio Amigorena y se encontró el característico bolso rojo de la citada empresa en la casa de Lucas Segovia Contreras.
fuente:el sol
